Un profesor de la universidad nos dijo una vez que al lector no le interesan las excusas o las dificultades que hayamos tenido para acceder a tal fuente o por qué no aparece tal dato en nuestro reportaje (a excepción de que seas Juan José Millás, añado yo). Como estas líneas no pueden adscribirse a ningún género periodístico ni tampoco soy una columnista de renombre (aún…), tengo que disculpar la ausencia de posts estos días. Las musas me han abandonado, pero dejándome con la grata compañía de las hermanas Pereza y Procrastinación que velaban mi reposo mientras veía series por Internet, aderezadas con alguna infusión o bombón de chocolate.
Pero una noticia que he escuchado mientras cenaba, me ha sacado de mi estado de letargo literario. Hace unos días comentaba con mis amigas-socias-compañeras de trabajo la decisión de Prisa de deshacerse de CNN+. Aunque no me considero fiel seguidora del canal de noticias continuo, sí confieso que he recurrido a él cuando he tenido que saciar mi instinto periodista ante catástrofes, sucesos de alcance y demás bombazos informativos. Aunque ahora podamos seguir acudiendo al canal 24 horas de RTVE, siempre echaré en falta esa otra fuente de noticias (aunque, como cualquier medio, no sea puramente ambidiestro y escriba mejor con la mano izquierda que con la derecha).
Con el eco de este anuncio todavía en mis oídos, en la televisión conectaban por teléfono con Iñaki Gabilondo para preguntarle sobre su posible adiós al ejercicio de la profesión. ¿Qué? ¿He oído bien? En ese momento, no puedo evitar acordarme de aquel verano de 2005, cuando el jefe de la Cadena Ser de Burgos, donde yo hacía las prácticas por aquel entonces, anunciaba que Iñaki dejaba ‘Hoy por hoy’. Un golpe me recuerda al otro, aunque el más reciente parece sólo un rumor, a pesar de que venga de boca del mismísimo protagonista.
Sea como sea, sólo la posibilidad de su retirada, al hilo del fin de una cadena de noticias que lleva 11 años en antena, me hace plantearme si la crisis actual ya ha alcanzado al periodismo. Precisamente ahora, que necesitamos información continua y actualizada para actuar consecuentemente, nos cierran una ventana. Precisamente ahora, que necesitamos comunicadores que nos cuenten lo que sucede ahí fuera con seguridad y aplomo, comienza a acallarse una de las voces más características de las ondas.
En cuanto termino de cenar, me lanzó al ordenador para twittear este otro estado de alarma. “Por el bien del Periodismo: #Gabilondo, por favor, aguanta un poco más; no nos dejes ahora”. No soy la única.
Pero una noticia que he escuchado mientras cenaba, me ha sacado de mi estado de letargo literario. Hace unos días comentaba con mis amigas-socias-compañeras de trabajo la decisión de Prisa de deshacerse de CNN+. Aunque no me considero fiel seguidora del canal de noticias continuo, sí confieso que he recurrido a él cuando he tenido que saciar mi instinto periodista ante catástrofes, sucesos de alcance y demás bombazos informativos. Aunque ahora podamos seguir acudiendo al canal 24 horas de RTVE, siempre echaré en falta esa otra fuente de noticias (aunque, como cualquier medio, no sea puramente ambidiestro y escriba mejor con la mano izquierda que con la derecha).
Con el eco de este anuncio todavía en mis oídos, en la televisión conectaban por teléfono con Iñaki Gabilondo para preguntarle sobre su posible adiós al ejercicio de la profesión. ¿Qué? ¿He oído bien? En ese momento, no puedo evitar acordarme de aquel verano de 2005, cuando el jefe de la Cadena Ser de Burgos, donde yo hacía las prácticas por aquel entonces, anunciaba que Iñaki dejaba ‘Hoy por hoy’. Un golpe me recuerda al otro, aunque el más reciente parece sólo un rumor, a pesar de que venga de boca del mismísimo protagonista.
Sea como sea, sólo la posibilidad de su retirada, al hilo del fin de una cadena de noticias que lleva 11 años en antena, me hace plantearme si la crisis actual ya ha alcanzado al periodismo. Precisamente ahora, que necesitamos información continua y actualizada para actuar consecuentemente, nos cierran una ventana. Precisamente ahora, que necesitamos comunicadores que nos cuenten lo que sucede ahí fuera con seguridad y aplomo, comienza a acallarse una de las voces más características de las ondas.
En cuanto termino de cenar, me lanzó al ordenador para twittear este otro estado de alarma. “Por el bien del Periodismo: #Gabilondo, por favor, aguanta un poco más; no nos dejes ahora”. No soy la única.