jueves, 21 de enero de 2010

A las 14.00 horas... y si no, en Neox

A los pocos días de estrenar el año nuevo, Antena 3 empezó a dejar caer un anuncio del estreno de la nueva temporada de Los Simpsons, con motivo del vigésimo cumpleaños de la familia de Springfield y de la cadena privada española. Eso sí, sin dar muchos detalles de cuándo sería ‘La noche Simpsons’, para crear un poquito de expectación.

Con cuentagotas, emitieron una selección de los 40 mejores capítulos (al parecer, elegidos según rankings internacionales), de lunes a viernes, y uno de la temporada anterior durante los fines de semana. Aunque reconozco que esto es sólo una manera elegante de aprovechar el tirón del estreno reponiendo episodios que ya hemos visto unas 17 veces de media, una servidora se los ha vuelto a tragar si tenía posibilidad de estar en casa a esa hora sagrada: las 14.00 horas. Y si no, la repetición en Antena Neox por la noche.

Porque la que escribe es otra fan de ‘Los Simpsons’ como otros tantos que hay repartidos por el mundo. Y como buena seguidora de la serie, no me pierdo ningún capítulo, ni siquiera los repetidos, a pesar de que mi madre siempre pregunta: ‘¿Pero éste no lo habéis visto ya?’. A lo que siempre contestamos mi hermana y yo, con sorna: ‘Sí, pero aún no nos sabemos todos los diálogos de memoria’. Aunque, en realidad, siempre repetimos las conversaciones de los personajes, con las mismas palabras y la misma entonación.

Dados mis antecedentes, entenderéis mi interés por ‘La noche Simpsons’. ¿Capítulos NUEVOS, que no se han repetido NUNCA antes en Antena 3, con tramas que DESCONOZCO por completo y diálogos INÉDITOS para mis oídos? Estaba expectante por ver esos episodios pero también algo recelosa: siempre te suelen colar tres antiguos y uno nuevo. A todo esto, hay que añadir la campaña publicitaria de Antena 3, con un concurso que nunca llegué a encontrar en su página web y la incesante repetición del anuncio de ‘La noche Simpsons’ sin indicar el día ni la hora.

Cuando consideraron que ya habían mantenido en vilo a los fans el tiempo suficiente, publicaron la fecha: miércoles 20 de enero, a las 22.15 horas. El horario en prime time lo entiendo pero ponerlo justo en el medio de la semana no lo llego a comprender. Tampoco me pasé mucho tiempo intentando averiguarlo: era más importante usar mi cerebro para no olvidarme de verlo y/o grabarlo. Mi hermana puso una alarma en el móvil para acordarse. Yo preferí confiar en mis neuronas, aunque no suelen trabajar mucho ni bien.

Finalmente, el Día llegó y no me hizo falta ningún recordatorio. Preparé una cinta por si acaso algún dedo descuidado de mis progenitores pulsaba el botón del canal equivocado. Comprobé la hora en el teletexto. Me tragué todos los anuncios que emitieron después de la serie ‘Padres’ por si empezaba antes de tiempo. Y, cuando sonaron los primeros acordes de la sintonía, se hizo el silencio en el salón.

La nueva cabecera es fantástica (ya la había visto por Internet, pero poderlo hacer en la televisión era un lujo). El primer capítulo fue un poco soso para mi gusto, pero hay que reconocer que los dibujos ganan muchísimo con la emisión en HD (los colores están mucho más definidos, las líneas más marcadas e incluso se aprecian las sombras).

El siguiente (es posible que mi memoria falle en cuanto al orden de emisión, pero no en cuanto a mis impresiones) era uno de los ganchos de la nueva temporada: el desnudo de Marge Simpsons. La justificación fue recurrente (el típico calendario con mujeres desnudas para recaudar fondos) y las imágenes en sí fueron bastante descafeínadas (podían haber jugado con el recurso de la insinuación, como ya lo hicieron en la película) pero… me gustan los finales felices.

El tercero me engancho por los guiños a series como ‘Sensación de vivir’, las alusiones a Hannah Montana (en la serie, Alaska Nebraska) y el cameo de Bardem, en su papel de ‘No es país para viejos’. Y, como siempre, moraleja al final.

Y el último fue muy bueno, en la misma línea de otros en los que se cuenta historias populares o de personajes famosos, pero encarnados en personajes de Springfield. Contaba con la baza de la sorpresa, pues era la primera vez que Maggie hablaba (más de una palabra) y en español (ya lo había visto en inglés, en Internet). En ese sentido, hubiera preferido otro doblaje, más acorde con la edad del personaje. En cuanto al contenido, fue profundo, pero me hubiera gustado algo más chocante o, si no, una explicación de por qué no había hablado antes.

La guinda al pastel la puso un reportaje sobre la influencia de Los Simpsons en España. Bueno, preciso: la guinda fue amarga y el reportaje estaba excesivamente preparado. ¿No pudieron buscar a famosos a los que realmente les guste esta serie, para que hablaran de su personaje favorito o de cómo les gusta ver los episodios? ¿No pudieron disimular un poco que las respuestas se las acababan de estudiar los entrevistados? ¿No pudieron mejorar un poco el sonido para que no se notase tanto que Susana Griso no estaba presente en el momento de hacer las preguntas? Y, sobre todo, ¿era necesario comparar el Watergate con este pseudo-reportaje? Esa afirmación, querida Susana, es exagerada hasta para mí, que soy una periodista amante de Los Simpsons. Gracias a Dios, estas entrevistas se emitieron después de los episodios y pude apagar la televisión en cuanto me cansé de ellas.

Con todas estas críticas y alabanzas a una de las series que más tiempo ha permanecido en antena en la historia de la televisión, sólo puedo invitaros a que disfrutéis de ella todos los días, a las 14.00 horas. Y, si no, por las tardes, en Neox.

miércoles, 13 de enero de 2010

Haciéndome mayor de golpe

Creo que no entiendo a las mujeres, lo cual me preocupa bastante porque llevo 24 primaveras en el cuerpo de una. Bueno, eso o que me he hecho mayor de repente y no comparto lo que se cuece en las redes sociales.

Esta mañana, al llegar a la oficina, hice mi ruta habitual por las pestañas del Firefox: correo de la empresa, Mantis (programa de gestión de tareas), Facebook, Tuenti, correo personal y un par de blogs que tengo guardados en Favoritos. En una de estas redes sociales, vi que me habían mandado un evento nuevo. A pesar de que apenas leo estos pseudo-mails en cadena, siempre suelo echarles un vistazo para comprobar que no se me pase nada realmente importante (cabe señalar que sólo he recibido tres invitaciones que respondan a estas características en el año y medio que llevo registrada). Revisándolos, me fijé en que el nuevo evento era para apoyar la lucha contra el cáncer de mama. Me pareció una causa muy loable (y, además, tenía un texto corto), así que seguí leyendo. El mensaje en cadena animaba a escribir el color del sujetador que se llevara puesto en ese momento en el estado de la red social, como una manera original de unir a todas las personas que apoyan iniciativa. Hasta ahí, bien. Sin embargo, el evento pedía que no se reenviara a los chicos porque sería “divertido” dejarles pensando el porqué de tantas tonalidades junto al nombre de los contactos de las chicas.

Dada la importancia de la causa que se defendía, me pareció una niñería excluir a los hombres de esta campaña (supuestamente) a favor del cáncer de mama. ¿Ésta es la manera de concienciar a la población? ¿Dejando de lado a las personas que no se van a ver afectadas por este tipo concreto de enfermedad? Aunque defiendo totalmente que se preste atención a las mujeres, recordándoles la importancia de las mamografías y la autoexploración como métodos para detectar a tiempo un posible caso de cáncer, creo que es necesario que el sexo opuesto también sepa que existe esa enfermedad, cómo se puede prevenir y, sobre todo, cómo actuar en caso de que se produzca. Porque en ese momento, lo más probable es que todos esos padres, amigos, hermanos, novios, primos, compañeros y demás varones se conviertan en un punto de apoyo esencial para esa mujer.

Igualmente, yo quiero saber por qué puede producirse un cáncer de próstata, qué medidas pueden ayudar a detectarlo a tiempo, qué métodos existen para extirparlo o curarlo y, sobre todo, cómo ayudar a ese padre, amigo, hermano, novio, primo, compañero o cualquier otro varón de mi entorno que se vea o se pueda ver afectado por esta dolencia.

Por lo que veo en la red, este mismo evento no ha dejado indiferente a otros blogguers y usuarios de redes sociales. Evidentemente, me quito el sombrero (y si hace falta, también me quito el sujetador) por ese otro grupo de apoyo que se llama “¿Cuál es el color de tus boxers?”.

Definitivamente, me he hecho mayor. Ahora comprendo que esta campaña sólo responde a la máxima de “que hablen de ti, aunque sea mal”. Lo cual, el post de una servidora ayuda bastante a esta labor. No sé si sentirme realizada por escribir sobre el cáncer de mama o decepcionada por haberme dejado llevar por un rebote y haber caído en la trampa.

Sea como sea, ya es hora de empezar a plantearme comprar una crema antiarrugas…

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ACTUALIZACIÓN:

Yo misma había olvidado al escribir este post que, aunque los hombres no lleven sujetador, sí tienen mamas y que, por lo tanto, también pueden desarrollar el conocido como cáncer de seno masculino. El hecho de que el porcentaje de varones afectados sea inferior al de mujeres no justifica que se les excluya de esta campaña viral ni, por supuesto, que me olvide de ellos en este post. Por tanto, con estas líneas pido disculpas y, a la vez, rectifico y amplio la información.

miércoles, 6 de enero de 2010

Otro año más... ilusión

Sin duda, lo que más me gusta de las Navidades es la víspera de Reyes. Me encanta ver la cabalgata. La gente me pregunta: “¿Vas a la del centro de Madrid?”. “No- respondo orgullosa-, voy a la de mi barrio”. Es menos majestuosa que la que prepara el Ayuntamiento de Madrid pero, al menos, la puedo ver sin aglomeraciones y tirarme en plancha sin problemas a coger todos los caramelos promocionales que pueda, aunque luego no me coma más que uno.

Es fantástico ver la cara de los niños bajando la calle, ilusionados por ver a los Reyes Magos. Disfruto mucho viéndoles corretear entre los coches, mientras esperan a que aparezcan a lo lejos las primeras luces de las carrozas. Es increíble ver cómo niños y adultos (¡y abuelos!) se lanzan a coger los caramelos que lanzan, con más o menos mala leche, los pajes (y “pajas”, para que veáis que no utilizo un lenguaje sexista) a la gente que les saluda desde las aceras. Entre ellos, una servidora, que sonríe como una tonta, olvidando sus 24 primaveras. Sin olvidar a mi abuela, tan niña como los que juguetean por allí, que se ríe cada vez que le ponemos un puñado de caramelos en el regazo, como si fuera ella misma la que los hubiera cogido. Con una escena como ésta, ¿quién no repetiría un año tras otro la cabalgata de Reyes?

Y, al día siguiente, zapatos bajo el árbol, cajas envueltas en papel de regalo del ‘Todo a 0,60’ y la misma ilusión que cuando era pequeña por abrirlos. A esta sorpresa, se añade una de las ventajas de ser mayor: ver una sonrisa en la cara de tus padres y de tu hermana por los regalos que tú les has hecho. De hecho, ahora me gusta más el día de Reyes porque lo que me traen siempre es una sorpresa y no algo que les haya pedido en la carta a Sus Majestades. Ya no es cuestión de tener tal o cual juguete que, por la forma de la caja, puedo deducir antes de abrirlo. Ahora hay más emoción hasta el último momento de cogerlo y quitarle el envoltorio.

En ese sentido, tengo que reconocer que mis padres se han superado. Después de aquel año que nos regalaron un cepillo de dientes eléctrico, pensaba que no podría haber nada más inusual. Hasta hoy…



Aún así, me encantan las sorpresas y, por supuesto, el día de Reyes.

¡FELICES REYES A TOD@S!