lunes, 9 de noviembre de 2009

Autodidacta

Desde que terminé la carrera, he sentido la necesidad de seguir formándome, ya sea para intentar mejorar el trabajo que hago o por llenar horas muertas de mis tardes en casa. Esto me ha llevado a establecer una teoría: para formarse, además de las innegables ganas de aprender, hacen falta dinero y/o tiempo. El estado ideal sería invertir todo tu tiempo en estudiar y practicar, sin preocuparte del dinero necesario para vivir y pagar esas clases, libros o materiales.

Dado que el dinero no me sobra y el tiempo tampoco, he preferido sacar ratos libres de debajo de las piedras y optar por la vía autodidacta. Al principio era un poco reacia a aprender sin profesor ni horarios, principalmente porque no soy la constancia personificada. Pero cuando los cursos de los programas informáticos que te gustan cuestan tan caros y son necesarias tantas horas, incompatibles con un trabajo por cuenta propia, la idea de ser profesora y alumna al mismo tiempo cobra cada vez más fuerza.

Después de bichear con el Avid, trastear con el Adobe Audition y con el ProTools y quemarme los dedos con los focos, ha llegado el momento de cacharrear con el Adobe After Effects. Cuando descubrí que algunas animaciones, determinados efectos de vídeo y cabeceras que me gustaban, estaban hechas con este software, mi interés comenzó tímidamente a despertarse.

Después de un curso rápido y barato de iniciación, me quedé con la miel en los labios al ver todas las posibilidades que me ofrecía y de las cuales podía aprovecharme para mejorar mi trabajo. Así que decidí buscar tutoriales por Internet, resolver mis dudas en los foros, practicar los ejercicios que vienen en los libros de la biblioteca y aprender con el método de “ensayo y error” en el ordenador de mi casa.

Con estos “profesores”, intentaré conseguir mi reto: lograr vídeos que sean lo más parecidos a estos (al margen de su temática, que ya os veo venir...).





Sí, ya sé que, para empezar, me quedan un poco grandes. Pero eso me recuerda una frase que leí en una ocasión y que, gracias a Internet, he conseguido rescatar:

Hay que tener sueños suficientemente grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen (William Faulkner).

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