El otro día desayunaba tranquilamente, con mis vacaciones recién estrenadas, mientras veía el telediario. Una de esas noticias me despertó de repente. No era una crisis diplomática, ni una acalorada discusión en el Congreso, ni unos malos datos económicos. Digamos que era un reportaje de interés noticioso medio, pero que me llamó poderosamente la atención, tanto por lo curioso del hecho como por el halo mágico que tenía.
Unas obras en el centro de Madrid (¡cómo no!) sacaron a la luz una caja de plomo que estaba escondida en el pedestal original de la estatua de Cervantes, en la Plaza de Cervantes. Sin titubear, el periodista determinó que era una cápsula del tiempo. Cuando oí ese término, no pude evitar una sonrisa de incredulidad. Me sonaba a una mezcla de juego infantil para los días de verano con escenas de película de ciencia ficción. Además, si aún no saben lo que hay dentro, ¿por qué están tan seguros de que es una cápsula del tiempo?
Precisamente me vino a la mente la página de un libro de actividades que tenía cuando era pequeña, donde te explicaban cómo hacer una de estas cajas con recuerdos para el futuro. Recuerdo que en aquel momento pensé lo mismo que pienso ahora: “¡Vaya tontería! No voy a dejar enterrados objetos que me gustan ni recuerdos valiosos para mí cuando es bastante probable que la gente del futuro ya sepa cómo vivimos en esta época, gracias a los libros, periódicos, vídeos,…”. Algo parecido había visto unos días atrás en ¡Qué vida más triste! (aunque más exagerado, claro).
A pesar de mi escepticismo, parece que la costumbre de dejar pequeños legados es una actividad que comenzó en la Edad Antigua, aunque el término “cápsula del tiempo” se acuñó posteriormente, ya en el siglo XX. Supongo que el deseo de sobrevivir más allá del tiempo es un anhelo común a todos los humanos en todas las épocas. De una manera más humilde, sin pretensiones de que la humanidad conozca cómo se vivía en una determina etapa de la Historia, también puede servir para rememorar momentos especiales de nuestra vida, a través de objetos con valor sentimental para nosotros. Claro, si estás dispuesto a dejarlos escondidos en una caja a merced del tiempo y/o de los amigos de lo ajeno.
Días después del descubrimiento de la cápsula del tiempo de Cervantes, volví a escuchar otra noticia sobre lo que había en el interior de la caja. Efectivamente no se habían confundido bautizándola como “cápsula del tiempo” pues dentro del cofre de plomo había cuatro tomos de El Quijote del año 1819, un ejemplar del Estatuto Real de 1834, un libro sobre la vida de Cervantes, monedas de la época, láminas con retratos de Isabel II y Manuel Martínez Varela, varias ediciones de La Gaceta de Madrid, varios libros y un manuscrito más deteriorado. Por lo que se ve, el autor de este salto histórico al pasado no lo hizo a la ligera. Todos los objetos se conservan en muy buen estado gracias al sellado de la caja y a una especie de insecticida con el que impregnó los documentos.
A pesar de mi escepticismo inicial y de que la Historia no es precisamente mi pasión, me alegró mucho conocer el contenido de la cápsula, saber que todo estaba perfectamente conservado y que, además, era documentos muy interesantes y válidos para el estudio de otras épocas pasadas. Eso sí, esto no me anima a que yo haga mi propia cápsula…
Parece que tenían razón los que decían que Gallardón estaba levantando Madrid con las obras para desenterrar un tesoro escondido. Al final, lo encontraron…
A mí siempre me encantó la idea de hacer una cápsula del tiempo, pues lo ley en unos libros que leía de pequeña, la caja de pandora o algo así. Lo que pasa es que nunca supe qué meter ni dónde enterrarla.
ResponderEliminar¡Hala! Qué chulo! No sabía que habían encontrado una cápsula del tiempo en las entrañas de Madrid. Esta tenía mucho más sentido que cuatro cromos, tres regalices y dos dientes de leche... Que creo que es lo que hubiéramos metido casi todos si la hubiéramos hecho de pequeños, jejeje!!
ResponderEliminar@Patricia Vera: La verdad es que lo de enterrarla es bastante difícil hoy día, dada la cantidad de cemento que tenemos alrededor :-S Bueno, salvo que pidas prestada una excavadora.
ResponderEliminar@M. San Felipe: Seguro que no te has enterado de esta noticia porque no salía en el test de actualidad, jejeje.
¡Ni los he hecho! jajajaja Como puedes comprobar, mi desconexión ha sido prácticamente total
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